Saber cómo gestionar adecuadamente las derrotas y los errores es muy importante. Cuando perdemos tenemos la oportunidad de evaluar los motivos que nos llevaron a esa situación y corregir algunos aspectos para mejorar.

En este artículo veremos cómo aprender a perder de manera que fallar no represente un fracaso absoluto para el sujeto y no nos lleve a un sentimiento de frustración que nos bloquee o nos paralice. Y es que aunque por lo general las personas vinculen la derrota con el fracaso, esto no necesariamente tiene por qué ser así.

¿Por qué es importante saber perder?

Antes de pasar a dar los consejos acerca de cómo aprender a perder, veamos qué importancia tiene este aspecto en nuestra vida cotidiana.

Nadie escapa de las derrotas, incluso en el día a día es común que tengamos que afrontar pequeñas situaciones en las que no alcanzamos nuestras metas tal y como lo planeábamos. Por ejemplo, el hecho de que lleguemos muy tarde a un lugar a consecuencia del tráfico y que por ello perdamos un ascenso en favor de otro trabajador, nos puede llevar a sentirnos muy mal y a causarnos más problemas a raíz de nuestro enfado y nuestra frustración.

A diferencia de lo que muchas personas piensan, el hecho de haber perdido no implica que hayamos fracasado. Únicamente quiere decir que existen aspectos en nosotros que deben ser trabajados para ser mejores, o que alguien más hizo las cosas mejor que nosotros en un momento concreto, simplemente eso.

Cuanto más rápido cambiemos la percepción que tenemos de las derrotas y dejemos de verlas como un fracaso, más cerca estaremos de alcanzar la mejor versión de nosotros mismos.

Consejos para aprender a perder de manera constructiva

Ahora vamos a ver algunos consejos efectivos para cambiar la manera en la que vemos el fracaso, y podamos aprender a perder.

1. Deja atrás la frustración

Es natural que cuando perdemos nos invada una sensación de frustración por no haber alcanzado nuestras expectativas, pero debemos aprender a dejar atrás este sentimiento rápidamente. Pasar página y ponernos manos a la obra nuevamente es un aspecto clave.

Esto no se refiere a que cuando perdamos simplemente vayamos a seguir como si nada hubiese pasado, sino que debemos evitar invertir demasiado tiempo en nuestra frustración, y en lugar de ello emplear nuestros recursos en ver qué ha salido mal para corregirlo.

Para ello, apuntarse una secuencia de pasos a seguir y comprometerse con un horario o calendario determinado es muy útil.

2. Acepta las cosas como pasaron

Un aspecto fundamental para gestionar las derrotas es ver las cosas tal y como sucedieron en realidad, y evitar manipular los recuerdos en nuestra mente con la intención de “protegernos” de la sensación de frustración.

Es inevitable que la derrota sea desagradable, pero mientras más pronto hayas lidiado con ese sentimiento, más pronto estarás a punto para ir en busca de la victoria nuevamente. Es decir, el hecho de que te excuses de no hablar ganado no hará que tengas la victoria. Es mejor aceptar la derrota, aprender de ella y levantarse.

3. Evita las reacciones hostiles

La sensación de frustración que sentimos tras perder en algún aspecto de nuestras vidas puede llevarnos a tener reacciones hostiles, esta situación únicamente conseguiría empeorar nuestra situación. Lo mejor será reconocer nuestro sentimiento y modularlo adecuadamente, haciendo que no frene nuestro progreso.

El reconocimiento de las emociones es un aspecto que nos ayuda a sacar lo positivo de las peores situaciones, cuando hemos sido capaces de reconocer y aceptar nuestras verdaderas emociones es menos probable que tengamos reacciones hostiles de manera inconsciente.

Así, por ejemplo, puedes establecer rituales de trabajo para que cuando te sientas mal por un error determinado puedas esar ese sentimiento como motivación para progresar.

4. Dale más importancia al proceso

El hecho de ganar representa la consecución de un proceso en el cual tuvimos que habernos preparado para competir, o en su defecto implica que planificamos hacer las cosas de una determinada manera para conseguir unos resultados específicos. Por ello, saber perder tiene que entrar en la lógica de admitir que ese error no era inevitable, y que pudimos hacer más cosas para obtener mejores resultados.

El proceso de entrenamiento o de planificación es tan importante y gratificante como la victoria misma, solo que al momento de perder no pensamos en lo mucho que disfrutamos el proceso de entrenamiento o planificación.

Es por ello que no se le debe dar toda la gloria al hecho de ganar, porque ya hay gloria en el hecho de competir con otros o con uno mismo. Aprende a enfocarte más en el proceso sin que te afecte la ansiedad de ganar, y veras como todo sale de una manera más natural y fluida.

5. Evita el rol de favorito

Por más que las circunstancias estén a tu favor para optar a la victoria, el rol de favorito no siempre favorece a quien lo posee. De hecho, partir con la idea de que tenemos más opciones de ganar representa en la mayoría de los casos un arma de doble filo.

No está mal tener confianza en nosotros mismos y en nuestras capacidades, pero debemos evitar caer en la autocomplacencia para tener una mejor visión de los retos que nos tocará afrontar. Si te ves a ti mismo como el mejor y el que tiene todas las oportunidades de ganar, eso podría llevarte a subestimar a tus rivales y sobrevalorar tus capacidades. Y cuando pierdas, será más difícil recuperarse emocionalmente.

6. Evita el pensamiento túnel

El pensamiento túnel se refiere a que únicamente pensamos en ganar, y somos incapaces de mirar hacia las otras posibilidades. Este tipo de pensamiento es dañino, teniendo en cuenta que no siempre vamos a poder salir victoriosos. Habrá momentos en los que consigamos un empate, o una derrota.

Si eres capaz de previsualizar todos estos escenarios en tu mente antes de competir, entonces serás un competidor más realista y estarás mejor preparado para disputar la victoria sin dejar que esta te obsesione por completo.

7. Evita la estigmatización

Los estigmas son formas de pensamiento en los que el sujeto es radical al analizar las cosas; es “todo o nada”, no existen puntos medios. Debemos ser capaces de darnos cuenta cuando estamos yendo demasiado lejos en nuestra manera de ver las cosas y combatir esos pensamientos para tener mejores resultados.